martes, 20 de octubre de 2009
LA SENSACIÓN MÁS BELLA
Ayer volví a sentir esa sensación indescriptible, mágica y maravillosa, que sólo en contadas ocasiones tengo el placer de experimentar. Es ese hormigueo que comienza en el estómago con una sensación de nerviosismo, que va inundando poco a poco mi cuerpo conforme mi razón comienza a dar crédito de lo que está a punto de suceder. Entonces me envuelve y se apodera de todo mi ser, de mi corazón y de mi razón, que no entienden qué está pasando, una lucha entre locura y cordura que no puedo controlar, siempre esa sensación, y la misma desde la primera vez. Y tras la larga espera llega el momento, es ahora cuando todos mis sentidos reaccionan ante el estímulo que tengo ante mí, mis ojos brillan y se humedecen, mi olfato y mi gusto me hacen recordar el olor a azahar y a mar del sur, y los mejores sabores de mi tierra; mis oídos se rinden ante los primeros acordes que hacen que me estremezca manifestándose en mi tacto con un ligero escalofrío placentero que hace que se me pongan los bellos de punta. Durante todo el momento que está frente a mi me siento flotar en el paraíso, pierdo la noción del tiempo y del espacio, incluso olvido que hay gente alrededor, los únicos protagonistas de esta bella historia somos nosotros. Llega entonces el momento de poner los pies en la tierra por unos instantes, pero mis pies no sienten del todo el suelo, sé que aún queda lo mejor, lo más bello de todo. Ando intentando que mis pulsaciones se calmen un poco, mas de pronto, siento un pellizco en el estómago que me deja inmóvil unos segundos, vuelvo a estar frente a ti, mi ritmo cardíaco aumenta hasta alcanzar velocidades de vértigo, y entre sonrisas, besos y palabras, otra vez nos quedamos solos, de nuevo pierdo la noción de cuanto me rodea y mis brazos inconscientes buscan tu cuerpo que se funde con el mío en el más sincero y bello abrazo que jamás sentí. Sobre ruedas te alejas de mí, y vuelvo a casa con esa sensación placentera que ha dejado nuestro fugaz encuentro, que poco a poco se va mezclando con la añoranza. Me entretengo contando los días, horas, minutos y segundos que faltan para nuestro próximo encuentro, y fantaseo con ir en tu busca a ese balcón al mar que te vio nacer. Al fin llego a casa, me tumbo en la cama, veo tus fotos, apago la luz y mis ojos, ya inundados, dejan escapar algunas lágrimas mientras recuerdo nuestro hermoso encuentro, pasan algunas horas, hasta que sé que has llegado bien a casa, entonces abrazo mi osito de peluche, cierro los ojos y me encuentro contigo de nuevo en mis sueños.
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